viernes, 6 de junio de 2014

El diseño del tiempo


Los grandes diseñadores de moda aprenden cada día más de relojería y hoy juegan en las grandes ligas de la industria de la hora.
Hasta hace pocos años los relojes estaban concebidos para dar la hora y eran considerados como elementos de sofisticada ingeniería. Sin embargo, con la revolución de las máquinas de quartz a finales de los años 70, se abrió una puerta para que artistas, diseñadores industriales y, sobre todo, diseñadores de moda tuvieran acceso a un excelente medio de expresión sin tener que preocuparse por las minucias de la técnica relojera. De inmediato surgieron fascinantes e innovadoras formas de relojes que albergaban máquinas corrientes pero que garantizaban precisión y confiabilidad.

Aparecieron muy pronto modelos de relojes de todas las casas importantes de moda de Europa, así como nuevas marcas que llenaron el mercado con modelos y colores agresivos y con la ayuda de una impresionante agilidad comercial. Sin embargo, después de la ola inicial, los diseñadores se dieron cuenta de que también podían desarrollar relojes de buena calidad, durables y además generar con este renglón importantes recursos a sus casas. Se efectuaron alianzas y se crearon licencias de uso que aun hoy proveen importantes dividendos por concepto de regalías.
De los diseñadores y marcas más serias, hay que destacar varios niveles, teniendo en cuenta el precio de sus relojes. En las Top­Brands, que tienen fábricas propias en Suiza, y que mantienen desde hace años una línea constante, están Hermès, Christian Dior, Chanel y Pierre Balmain. Otro nivel un poco inferior incluye marcas como Gucci, Pierre Cardin, Armani y Givenchy. Y en una categoría con modelos de menor precio aparecen Calvin Klein, Boss y Nina Ricci entre otras. Cabe destacar el gran auge que ha tenido desde hace un tiempo la marca Versace, que dejó atrás las locuras de sus primeros años y a partir de su alianza con Franck Müller y Ebel —dos grandes de la relojería suiza— logró un reloj mucho más reloj.
En materia de diseño, cada nombre se destaca por un modelo líder, de gran éxito y reconocimiento. Cabe destacar el Kelly de Hermès, que lleva más de 20 años siendo el best seller de la marca; el Black Moon de Christian Dior, el G­watch de Gucci y los nuevos Madison, Greca y Fifth de Versace.
Otros que originalmente fueron diseñadores siguieron su rumbo de relojeros y hoy juegan en las grandes ligas de la industria de la hora. Se destaca Raymond Weil, Philippe Charriol, Michel Jordi y Maurice Lacroix, entre otros.
Lo que muchos se preguntan es por qué un reloj de nombre puede valer US$6.000, si otro, también de buena reputación, vale US$500. Y la respuesta es que el primero es fabricado con altos estándares relojeros, finas máquinas elaboradas en Suiza y excelentes terminados: y de ahí su precio más alto. Otras marcas son producidas en Oriente, con métodos de producción masivos y sin el carisma que le imprimen los suizos a sus relojes.
Por supuesto, el marketing es diferente y las inversiones que efectúan los diseñadores en publicidad inciden en gran medida en la cantidad de relojes que venden y, por consiguiente, los precios en que los venden.
Como en la industria de los perfumes, las marcas de moda invierten millones para promover sus relojes. Y logran cifras de venta muy respetables: Gucci, por ejemplo, vende más de un 1¹200.000 unidades cada año. Hermès, alrededor de 150 mil, y Versace unos 60 mil. Pero lo impresionante es que estas cantidades aumentan considerablemente cada año. Cada vez más gente en el mundo busca lucir ropa, accesorios y relojes de una marca reconocida, que combine diseño y tecnología en un nivel de excelencia.
Sobre la insistencia de tener un reloj de marca entran a jugar importantes patrones: que la marca sea de reconocida trayectoria y prestigio a nivel mundial; indiscutible para Dior, Chanel, Gucci y Versace. Que la marca sea de altísimo reconocimiento por su calidad; indiscutible para Hermès. Y verdaderamente esencial, que la marca tenga un modelaje importante, único y de fácil identificación.
Como dice Donatella Versace: ³Vemos el reloj como un símbolo de vida. Y en Versace amamos vivir tan extravagantemente como sea posible². De ahí que la famosa Medusa —o la llave griega— sea el símbolo de todos sus modelos. Y estos van a ser reconocidos de lejos muy pronto. Es como ver un Rolex a media cuadra y saber, no sólo por el reloj sino por quien lo lleva puesto, que es un Rolex.

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